NO SUCUMBIRE
Ante el presagio de la luna
ni el capricho ondular
de malos tiempos.
sumergiré mi corazón
en savia pura
y me nombrare mujer
de amor, maíz,
palabra y fuego.
Acudiré ante el llamado
de la aurora
soltare mi barca
entre acuáticos senderos
me vestiré de roca
y broncíneas armaduras
para cazar dragones
en la vorágine
del viento.
ALEXANDRA ESTUPINIAN. 1982. Radica en España
LA PLAYA
Auroras cansadas, se anclaron
Mientras pasaban las caravanas de sal
Borrando las huellas por donde corrimos
Oliendo a profundidades marinas.
Los ojos, en donde corolas destellos
Fueron opio azul en la inmensidad,
Encontraron su amuleto en la voz
Del agua fundiéndose con la arena.
Y destrozaron infiernos de hielo
Que golpeaban firmamentos de rosas
Impregnadas por grandes agujas de sangre.
Nos quedamos con el horizonte
Porque ahí donde se hacen los sueños
Y dejamos que solo la oscuridad fuera testigo
Del eterno romance entre el mar y la tierra.
LAURI GARCIA. 1980 Actualmente radica en México
LOS VENCIDOS
Los vencidos esperan la media noche para hablar a solas
con los fantasmas anodinos
y auto compadecerse
para que nadie los escuche sollozar entre los almohadones
cuando no es necesario
que los demás se den cuenta que chapoteamos en el fango
más tristes que los tristes
Nadie por supuesto se pregunta por los vencidos cuando allá dentro
hay tanta dicha
nadie se preocupa por nosotros cuando llega la hora de las bodas y
las fuentes
mucho menos aquellos que quedaron enteros y entraron oriundos al
salón,
a costa de quebrarnos las costillas y arrancarnos las uñas
los que nos quedamos afuera de esos salones de celofán -por ahora-
suspiramos convulsos
y agitamos un trago con aceituna en la antesala de la podredumbre
para saludar la soledad que es la condena contemporánea de los
abandonados
los vencidos somos así
exagerados para describir las lágrimas que nos provocó el fin del
amor
el término definitivo de los contratos y las heridas con papel
insultamos
al gigante que hizo trizas las muñecas
con la frialdad del asesino
y el cinismo del traidor
la historia obvia totalmente la existencia de los vencidos
y los cuentos de finales felices no incluyen postdatas que nos narren
la frustración de la bruja que no pudo envenenar a Blanca Nieves
Es que hay algo mágico en las palabras.
Se me antojan redondas y suaves
equivalentes al vuelo de los sueños
cadencias voluptuosas
-como las olas del mar-
Las palabras me son cual gaviotas
deslizándose lentas
sobre mi rumor de inmensidad.
Son la vivencia de lo que siento
en este mar que soy
de este viajar que me habita
deshabitando
anhelos...
Porque más que voz
que palabras
son rumor, silencio quizás.
Arrullo y queja. Pasos quedos, redondos
en este círculo invisible
girando lento
muy l e n t o
en la sutil estancia de las horas.
Verano de 1993, Washington