IDENTIDADES
FEMINISTAS DE LA POST GUERRA
¿Qué es la
identidad?. Nos dice una acepción de Charles Taylor, filósofo e intelectual
canadiense: “Identidad es lo que uno es, son las características definitorias
fundamentales como ser humano”. Estas características pueden basarse en el
cuerpo, la nacionalidad, la cultura, la etnia, los valores, la orientación
sexual, o todo esto junto. “Esto abarca
quienes somos, de dónde venimos, es el
trasfondo donde nuestros gustos, deseos, aspiraciones y opiniones adquieren
sentido”, concluye Taylor.
Manuel Castel nos
expresa que “Identidad es sentirse en casa con otras
personas con quienes se comparte la identidad. Y, según las encuestas
internacionales, para la mayoría de la gente es un sentimiento importante,
sobre todo en un mundo globalizado en el que flujos de poder, de dinero y de
comunicación hacen depender nuestras vidas de acontecimientos incontrolados y
decisiones opacas. La pertenencia a ese algo identitario proporciona sentido y
cobijo a la vez, crea una práctica cómplice, un lenguaje común, un mundo propio
desde el que se puede vivir con más tranquilidad el mundo de ajenidades”.
La Identidad, puede ser definida como auto-identidad,
cuando el sujeto o los sujetos se definen a si mismos: “somos salvadoreños o salvadoreñas“ y explicamos las
características que nos califican como tales, “somos feministas y luchamos por los derechos de las mujeres”, “somos homosexuales, nuestra orientación
sexual debe ser respetada porque aportamos al desarrollo del país”, “somos
afrodescendientes salvadoreños”, “somos
judío-salvadoreños”, “somos mexicano-salvadoreños”, etc.
La identidad
puede ser también designada por los otros: “son
salvadoreños”, “son feministas”, “son homosexuales”. “son afrodescendientes”, “son
efemelenistas”. Estas designaciones pueden
conllevar prejuicios y cargas simbólicas negativas para el grupo que es
identificado: “Las feministas son
amargadas, son lesbianas y odian a los hombres”, “los salvadoreños son delincuentes
y mareros”, “los efemelenistas son caóticos, no saben gobernar, son
destructores”, “las mujeres son sentimentales, amorosas, y les gusta hacer
tareas domésticas”, “los indígenas son haraganes”. La hetero-designación
desde los otros está pues en estos casos cargadas de prejuicios.
Pero puede
existir la “falsa identidad” y es cuando asumimos una imagen inducida de
nosotras y nosotros mismos denigrada e inferiorizada, por ejemplo la imagen
despectiva sobre nosotras mismas que las mujeres hemos asimilado por centurias
y que tiene como consecuencia una pobre autoestima y una sumisión subjetiva,
resultado esto de cómo el poder patriarcal designa el lugar que le corresponde
a las mujeres en la sociedad, en desventaja con el colectivo masculino.
Las identidades
son procesos definidos individual y colectivamente, en diálogo con otros y
otras, en procesos históricos y prácticos, en relación con el entorno. Las
identidades también son porosas, son flexibles, se intersectan unas con otras.
LA IDENTIDAD FEMINISTA EN EL SALVADOR
En El Salvador
podemos hablar de una identidad feminista anunciada tempranamente por Prudencia
Ayala en los años 20 (figura emblemática por la lucha de los derechos de las
mujeres) y quien a través de sus
escritos y propuestas políticas expresa su descontento por la situación
subordinada de las mujeres y propone el
cambio de esta situación. Posteriormente otras mujeres reivindicaron derechos
económicos y políticos para las mujeres. Sin embargo es a mediados de los
ochenta e inicio de los noventa que podemos decir que este cauce se enriquece y
ensancha con más mujeres quienes se autodefinen como feministas. Una de estas
pioneras es Norma Virginia Guirola de Herrera comunista y feminista que funda
en los ochenta la primera organización de mujeres en los 80’s el Instituto de
la mujer –IMU-. Mélida Anaya Montes y muchas más mujeres que con su
participación en la lucha revolucionaria nos visibilizaron. Las mujeres
revolucionarias, con su práctica estaban poniendo en ejercicio el derecho en la
participación política también las mujeres que lucharon a través de la poesía
como las poetas Leyla Quintana, Lil Milagro Ramírez y Delfina Góchez.
LAS FEMINISTAS DE LOS OCHENTAS Y NOVENTAS
La lucha
revolucionaria, si bien había significado para muchas mujeres romper con un rol
tradicional de “madresposas”, una vez terminada la guerra, las mujeres se
reinsertan para continuar con la tradición y el conservadurismo de mujer para
la casa y el hombre para el mundo público. Así lo expresa un estudio de la “Fundación
16 de Enero”: “antes de la guerra, el 57%
de mujeres entrevistadas afirmaban que trabajaban fuera del hogar, mientras que
un año después de los Acuerdos de Paz, el 95% se dedicaban al trabajo
doméstico”. Un 30% de los desmovilizados eran mujeres. Un 11% de los
beneficiarios de tierra un 30% fueron mujeres. Las mujeres pues fueron parte
fundamental de la lucha revolucionaria, desempeñando distintos roles, muchos de
ellos reproducían los roles tradicionales de cocineras y personal de servicio.
EL ESCENARIO
Un escenario
inédito para el florecimiento de diversas identidades fue el que surge a partir
de los Acuerdos de Paz, en 1992, pues si bien antes existían identidades
colectivas como las organizaciones sociales, la asociación de indígenas, los
trabajadores de la cultura, algunas organizaciones de mujeres y otras, estas
eran estandarizadas y uniformadas en la categoría de “lo popular”. Por el lado
gubernamental, se concebía una sociedad uniformada en clave masculina, mestiza,
heterosexual, cristiana y conservadora.
Además de la
represión, las desigualdades de clase y el autoritarismo, la sociedad
salvadoreña encarna la cultura patriarcal, basada en el dominio de los hombres
como género sobre el colectivo de mujeres, con consecuencias de desigualdad
para las mismas. Desde la familia, la iglesia, la escuela, las leyes, se
promueven visiones y acciones discriminatorias hacia las mujeres, instalando un
sistema de desigualdades basada en el género de las personas. La violencia
contra las mujeres era vista como natural, y existían mínimas regulaciones para
sancionarla. Hasta mediados de los 90’s las mujeres contábamos con una nueva ley
que nombra la “violencia intrafamiliar", el nuevo Código de Familia como
normativa, que nos reconocía ciertos derechos en la familia. Los gobiernos dictatoriales y las dictaduras
civiles promovieron la imagen de la mujer en la familia, imagen que fue remozada
por los gobiernos civiles de ARENA. En 1993, sólo el 53% de mujeres y hombres
utilizaba anticonceptivos, y sólo el 33% de la población pobre tenía acceso a
ellos[1].
Las inequidades de clase y de género y otras, se han ido
modificando en la medida de que actores sociales como el Movimiento de Mujeres
y feminista, han movido los límites y han hecho mella en los muros de la
desigualdad, promoviendo la organización y la conciencia de las mujeres que ha
presionado por normativas y acciones nacionales y locales a favor de la
igualdad entre mujeres y hombres.
Es a partir de 1992, que se despliegan identidades basadas
en la autonomía en relación a las organizaciones
político militares del FMLN. Estas enarbolan demandas propias, las feministas
jugaron un papel clave en la construcción y
el imaginario de las mismas.
LA IDENTIDAD. LO PERSONAL Y LO COLECTIVO
Son complejos los
procesos que conllevan a construir o conformar la identidad de las feministas
salvadoreñas a partir de los noventas, en ésta, interviene la identificación de
carencias, la desigualdad basada en el género, la discriminación y como
corolario la propuesta y la lucha por el cambio de posición y condición de las
mujeres.
Un primer
elemento importante en la conformación de la identidad feminista, es reconocer
como la realidad de discriminación se manifiesta en la propia vida personal, se
establece pues un diálogo personal, consigo misma.
Nos dice Gilda
Parducci feminista salvadoreña: “Me
inquietaba ya el tema de las mujeres, la vivencia como mujer misma me va
generando situaciones de disconformidad con la realidad. Por ejemplo a mí nunca
me cuadró por que cuando yo me casé, yo era la que tenía que dedicarme de lleno
a cuidar a mis hijos e hijas, a cuidar de la casa o arreglar comida, mientras
que la otra parte se seguía formando profesionalmente”
Otra feminista
Candelaria Navas expresa. “El día que
cumplí 30 me hice la pregunta y me respondí: No me gusta, no me gusta sentirme
sola! Sentir que no tengo apoyo. No
puede ser, y si mi papá se da cuenta de esto…empecé a analizar que hay que
compartir la educación de los hijos; y también tomé la decisión de no tener más
hijos, porque todo eso es parte de la liberación”.
El feminismo
cuestiona y enfrenta el modelo de género tradicional, no sin consecuencias para
los varones. En los hombres el impacto se evidencia en la nostalgia del rol del
dominio y privilegios tradicionales masculinos. El desconcierto, los conflictos
de pareja por la redistribución del poder, y de la autonomía de las mujeres
“El piensa que la mujer es para que cuide al
hombre, que debe pedirle permiso para ir a miar, para todo” nos dice Inés Avilés, campesina organizada que se reconoce feminista y aparece en el
libro “Soy feminista y qué” de Sandra Moreno.
Otros, una minoría
comienzan a cambiar sus prácticas en función de la igualdad. Gilda Parducci expresa: “yo empiezo a cambiar totalmente y él intenta cambiar por ejemplo asume
la corresponsabilidad en las tareas de la casa”
La identidad de
las feministas, es dialógica en tanto que se construye personalmente pero
también en diálogo con las otras y los otros, hay una dimensión personal y una
dimensión colectiva de la identidad que se interconectan.
Morena Herrera lo
expresa de manera diáfana: “Todas
veníamos de una participación de izquierda por años, entonces…cuando nos
juntamos con las otras y empezamos a reflexionar, eso tomó otra dimensión, ya
que siendo en un principio problemas individuales de cada quien, ahí había entre
las diferentes historias personales (de subordinación y discriminación) un hilo común que nos
vinculaba”. Estas mujeres posteriormente fundaron la Asociación de Mujeres
por la Dignidad y la Vida, Las Dignas.
Cuando las
identidades se vuelven colectivas conformas categorías sociales: Las feministas
salvadoreñas.
A principios de
los noventas, muchas mujeres que forman parte de las actuales organizaciones de
mujeres y feministas, compartieron sus vivencias y experiencias de la lucha
revolucionaria y la guerra haciéndolo desde una lectura feminista,
identificando desigualdades de género, discriminación, violencia, poder
desigual entre mujeres y hombres, y llegaron a la conclusión que las
organizaciones revolucionarias eran sumamente patriarcales, muchas de ellas se
retiraron de la militancia revolucionaria.
La búsqueda de
autonomía ideológica y política fue un factor fundamental para construir estas
nuevas identidades: “No podíamos surgir
atadas a partidos, porque no íbamos a poder trabajar. Nosotras no somos
personas que podemos vivir subyugadas, ni en lo privado ni en lo público, esto
es determinante, y se tuvo que reconocer que no estábamos atadas a un partido,
para presentar reivindicaciones que estuvieran dentro de una Plataforma”,
sostiene Yolanda Guirola, fundadora de CEMUJER.
En los ochentas,
la ola feminista iba en ascenso en América Latina, su teoría y práctica
alcanzan a muchas de las futuras militantes feministas. Fue asimismo un tiempo
para leer, conocer mujeres feministas mexicanas, españolas, salvadoreñas en el
exilio, ellas hacían críticas a la misma izquierda.
El feminismo, fue
un hijo no deseado de la revolución, pues
al menos de los 70 en adelante, las feministas de casi todo el mundo,
provienen de las filas revolucionarias. Sin embargo en este período las
feministas son hijas no reconocidas de la revolución.
Las feministas
surgidas de las filas de la guerrilla, el movimiento popular, el exilio y
algunas extranjeras sentaron las bases para que una corriente política
innovadora creciera en el país. La formación de las feministas se nutrió del aporte de mujeres como Clara Murgalday, vasca,
Marcela Lagarde, mexicana, Alda Facio, costarricense, Julio Soro, francesa,
entre otras.
Las Mélidas en su
memoria de sus 20 años de existencia lo plantean así: “Nuestra primera maestra fue
Clara Murgalday, feminista vasca. Con ella aprendimos nuevos conocimientos,
categorías y conceptos como el de discriminación hacia las mujeres, desigualdad
entre los géneros, construcción social de los géneros, etc. “
La realización del VI encuentro feminista de
América Latina y el Caribe fortaleció voluntades y lazos entre feministas. La
elaboración de la Plataforma de las mujeres salvadoreñas, Mujeres 94, fue el
resultado de ese entusiasmo y compromiso político feminista.
CLAVES QUE
APORTA LA IDENTIDAD FEMINISTA A LA SOCIEDAD EN EL PAIS
Una cuestión
fundamental que aporta la teoría y práctica feminista es el abordaje de la
realidad de las mujeres, sus necesidades, condición y posición, desplazando así
al sujeto universal masculino como centro de la realidad salvadoreña en la que
no nos veíamos reflejadas. Esto se refleja en todos los análisis realizados
abarcando y problematizando las distintas dimensiones en que nos movemos las
mujeres: la economía, la política, lo social, lo cultural, lo espiritual.
Visibilizar a las mujeres como diversas y
plurales, no existe la mujer, somos mujeres campesinas, obreras, de clase
media, lesbianas, políticas, empleadas, amas de casa, trabajadoras sexuales,
etc.
Ha sido otro aporte desde el feminismo,
así como entender que hay diversidad de familias, no solo la mononuclear.
Otro aporte
importante es abordar la centralidad del cuerpo de las mujeres, su autonomía,
su derecho al placer, a la definición propia de la identidad sexual, al control
de la reproducción, a la maternidad libre y voluntaria. La sensualidad y el
erotismo. Así lo personal se politiza.
El cuerpo como primer territorio a liberar, transitar del empoderamiento
privado a lo público.
Una cuestión
central del feminismo ha sido validar la
subjetividad de las mujeres como fuente de reflexión y conocimiento. Así como promover
procesos de sanación para la sique dañada de las mujeres a raíz de la cultura
patriarcal.
Las feministas
han denunciado la opresión, la violencia contra las mujeres, las desigualdades
de trato entre mujeres y hombres, el androcentrismo en la política, la
invisibilización de las mujeres en la historia, la academia, las artes, etc. ,
consecuencia de las relaciones de poder desigual entre mujeres y hombres en la
sociedad. Pero no se han quedado allí y se
han propuesto medidas, mecanismos y normativas para cambiar dicha situación.
Las feministas
han cuestionado la “naturalidad” de los géneros y los han develado como
construcciones maliciosas que perjudican a mujeres y hombres, oprimiendo a las
primeras y deshumanizando a los segundos. Y ha propuesto la deconstrucción
cultural de los géneros para arribar a nuevos modelos de relación igualitaria.
Las feministas
han promovido una cultura de No Violencia no solo y como parte central de sus
estrategias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres, sino todo tipo de violencia,
incluida la callejera, no digamos un golpe de Estado.
Las feministas
promovieron, fortalecieron y ensancharon
las organizaciones de mujeres que suman ahora más de 450 a nivel local y 14
organizaciones a nivel nacional. Han creado redes para la acción social
transformadora en el terreno político, de la salud, del desarrollo local, de la
No violencia. Han aportado a la política y la academia, las artes y la ciencia.
Las feministas
han cuestionado el autoritarismo de una democracia carenciada, sus métodos,
procedimientos y valores.
Han aportado a la
cultura con la recuperación de la memoria histórica de las mujeres salvadoreñas
y la conmemoración de fechas emblemáticas como el 25 de Noviembre, día
internacional de la no violencia contra las mujeres, el 8 de Marzo, día
internacional de las mujeres, el 28 de Septiembre, día internacional de la
despenalización del aborto, el 28 de Junio, día del orgullo lésbico y gay entre
otras. Se ha incorporado a los movimientos sociales creatividad, humor e
irreverencia.
TENSIONES MOVIMIENTO DE MUJERES Y FEMINISMO
Algunas tensiones en el Movimiento de mujeres con el feminismo son:
Lesbianismo y Feminismo
Las lesbianas son
el proletariado del feminismo. Dicen las mismas lesbianas: “Las Lesbianas son el lado oscuro del feminismo”. Las lesbianas se
están organizando por la discriminación de la sociedad y del movimiento de mujeres.
Aborto
No todas las
mujeres del movimiento de mujeres están a favor de la interrupción voluntaria
del embarazo. Crea tensiones aún dentro de las mismas feministas.
Enfoque
heterosexualizado del derecho de los derechos sexuales y reproductivos.
Las desigualdades de clase
A veces se obvia
dentro del movimiento. Todas somos mujeres y vivimos violencia. Vimos el caso
de la Sra. De Samayoa, mujeres de clase alta hasta los sectores populares
sufren la violencia. Pero también vemos diferenciaciones de clase, nos impacta
de manera diferenciada a la hora de vivir nuestros derechos
Los Antagonistas
La Cultura
Patriarcal manifiesta en las estructuras de poder: las familias partidos
políticos iglesias, manifestaciones fundamentalistas. Tenemos que identificarla
e irla deconstruyendo.
-
Grupos
Anti derechos como Si a la Vida.
-
Jerarquías
de algunas iglesias como la católica y por eso promovemos la necesidad de un
estado laico. Un estado que respete las creencias y que no asuma la defensa de
una o algunas iglesias en particular.
-
Neoliberalismo
y capitalismo. Los gobiernos de derecha en el país han seguido medidas
orientadas en empobrecer a la gente.
LAS ALIANZAS
-
Con
todas las organizaciones y sectores sociales que podamos enfrentar tanto la
opresión de clase como la opresión de género.
-
Con
algunos gobiernos
-
Con
el FMLN
-
Con
el grupo parlamentario de mujeres, muy importante para el desarrollo de las
leyes marco sobre Igualdad y No violencia hacia las mujeres.
IDENTIDADES FEMINISTAS DEL SIGLO XXI
De manera
coloquial nos referimos a las feministas de los ochentas y noventas como las
feministas históricas, la mayoría de estas militan en las organizaciones de
mujeres. Pero en la segunda década del Siglo XXI, otras identidades feministas
se manifiestan, así tenemos:
Las mujeres
jóvenes feministas: algunas son menores de 18 años y ya están sensibilizadas
sobre temas como el acoso y el abuso sexual, los derechos sexuales y
reproductivos, los derechos de las mujeres a la educación, la salud, la
participación política, entre otros derechos.
Las lesbianas feministas jóvenes y adultas:
Revindican su lesbianismo, cuestionan la heterosexualidad obligatoria, lo hacen
visible, lo politizan, sacándolo de lo privado. Promueven relaciones de
horizontalidad, apoyo y hermandad entre
ellas.
Las sindicalistas
feministas: Son mujeres de trayectoria obrera que luchan por la igualdad en la
participación sindical, contra el acoso sexual, recuperan la memoria de las
mujeres sindicalistas y revolucionarias, sensibilizan a mujeres y hombres sobre
la necesidad de deconstruir identidades patriarcales y construir relaciones no
opresivas entre mujeres y hombres.
Las expresiones
culturales de jóvenes feministas: Malabares de fuego, performance denunciando
la violencia contra las mujeres, body art y estatuas simbolizando la libertad,
la opresión, el placer, la libertad.
Las académicas
feministas: Investigando, como docentes promoviendo la deconstrucción de las
identidades patriarcales en jóvenes mujeres y hombres.
Las feministas de
Estado: Aportando como funcionarias desde distintas profesiones en las
instituciones del Estado: Asamblea Legislativa, ISDEMU, ministerios, autónomas,
etc.
Las teólogas
feministas: Mujeres que cuestionan las lecturas androcéntricas y patriarcales
de los libros sagrados como la biblia y los mandatos eclesiales.
EL DESAFIO: FEMINISMO Y CULTURA
Jurgen Habermas,
teórico de la democracia expresa que: “El
feminismo no es asunto de una minoría, se dirige no obstante contra una cultura
dominante que interpreta la relación entre los sexos de un modo asimétrico que
excluye la igualdad de derechos…Ni la comprensión que en clave cultural las
mujeres tienen de si mismas, ni su contribución a la cultura común encuentran
su debido reconocimiento. Bajo las definiciones dominantes tampoco cabe
articular de manera suficiente las necesidades femeninas” …“Por ello, la lucha política por el
reconocimiento se inicia como una lucha por la interpretación de las
aportaciones y de los intereses específicos de las mujeres. En la medida en que
esa lucha tiene éxito, cambia junto con la identidad colectiva de las mujeres
también la relación entre los sexos y acaba directamente afectada la
comprensión que los varones tienen de si mismos. El catálogo de valores de la
sociedad en su totalidad se pone en discusión; las consecuencias de esta
problematización penetran hasta en la esfera privada y afectan también a los
límites establecidos entre las esferas pública y privada”
La propuesta es
una revolución cultural, donde haya hombres y mujeres menos rotos, más plenos y
humanos y en una relación de cooperación de igualdad, respeto y amor. Porque
venimos a este mundo a ser personas amorosas, felices y pacíficas, esa es el
idea. Y lo que hay es una cultura de desigualdades de género, de clase, de
etnia que nos dividen y no nos permiten ser felices y a la vez no permiten que
florezcan las diversas identidades en una sociedad que debería ser plural,
diversa.
BIBLIOGRAFIA
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Herrera, Norma. La Mujer en la Revolución Salvadoreña. P. 200
Moreno, Sandra.
Soy Feminista y Qué. Algier Impresores. San Salvador. 2006. P. 140
Murgalday, Clara,
Vazques, Norma. Mujeres Montaña. Editorial Horas y Horas. España. P. 286
Navas, María
Candelaria.“De guerrilleras a Feministas: Origen
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Taylor, Charles. Gutman, Amy. Walzer, Michael. Habermas, Jurgen. “El Multiculturalismo y la
política del reconocimiento”. Editorial Fondo de Cultura Económica. EFE.
México. 2009. P. 246.
http://www.iceta.org/mc061105.pdf Manuel Castells. La importancia de la
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SILVIA ETHEL MATUS. POETA, FEMINISTA Y SOCIOLOGA.
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