jueves, 8 de septiembre de 2011
ABORTO: ENTRE LA MALDICIÓN, LA CARCEL Y LA RESISTENCIA
En los últimos dos años con el “gobierno del cambio”, 22 mujeres han sido encarceladas acusadas por el “delito” de aborto en El Salvador. El perfil de estas mujeres es ser mujeres pobres, algunas con varias hijas e hijos. Muchas de ellas llegan a los hospitales del sistema de salud con hemorragias y son remitidas prontamente a los tribunales, aquí sí, todo el sistema se vuelve eficiente y se pone en función de inculparlas legalmente y encarcelarlas. La sociedad las condena y la religión les ofrece los infiernos.
¿Pero desde cuando el aborto cambió de ser un derecho de las mujeres, aunque a todas luces acotado, a ser un crimen en El Salvador?. Las pistas nos llevan a un proceso que penalizó todo tipo de aborto, en el que participaron obispos, sacerdotes, pastores y seglares de las distintas iglesias haciendo gala de recursos ilimitados donados por Mecenas de dudosa reputación y parlamentarios y parlamentarios que dieron sus votos a favor de la penalización.
Entre 1997 y 1999 la Asamblea Legislativa modificó la Constitución de la República otorgándole derechos al huevo o zigoto en el vientre de la mujer y pasó a reconocer “como persona humana a todo ser humano desde el instante de la concepción”. Sin duda todo un retruécano y una aberración jurídica, que va directo al corazón de la autonomía del cuerpo de las mujeres y su derecho a decidir.
Dos interpelaciones ciudadanas a la Corte Suprema de Justicia, que apelan a declarar inconstitucional la penalización del aborto, han sido rechazadas por dicho organismo, en conjunto el sistema se cierra. La ley se perfila como uno de los métodos del buen encauzamiento, tal como lo expone Foucault, es decir el castigo para que las mujeres y sus úteros no se salgan del control patriarcal. Así la penalización del aborto, se puede considerar además de un acto de discriminación, un castigo para las mujeres que atentan contra el mandato de la maternidad obligatoria de la sociedad patriarcal y contra su decisión autónoma de poner fin a un embarazo no deseado. Nos encontramos pues con una forma de “coacción como la autoridad ejercida por costumbres, convenciones, normas jurídicas o morales”, expuesta en el diccionario de Sociología de Giner, Espinoza y Torres.
En una investigación, hecha por una organización de mujeres, llamada “El Aborto desde las protagonistas” encontramos que “Las mujeres que se atrevieron a vivir la experiencia de aborto proponen su despenalización por atentar esto contra la vida, la salud y la autonomía de las mujeres. En ese sentido se convierten en sujetas que demandan que la justicia juegue a favor de las mujeres. Esa rebeldía, las constituye en sujetos reivindicantes, que cuestionan las relaciones de poder desigual entre mujeres y hombres, manifestadas en la prohibición del aborto. Como diría Foucault: “en el corazón de las relaciones de poder y como una condición permanente de su existencia hay una insubordinación y una cierta obstinación esencial de parte de los principios de la libertad. No hay entonces relación de poder sin los medios de escapatoria o fuga posibles”. El horizonte es que el aborto pueda ser considerado como una opción viable de las mujeres y que esta no sea criminalizada. Mientras tanto la resistencia continúa de diferentes maneras desde las mismas mujeres, desde las feministas y otros grupos interesados en la despenalización del aborto en nuestro país.
¡Educación sexual para decidir!. ¡Anticonceptivos para no abortar!. ¡Aborto legal para no morir!
28 de Septiembre día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe.
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